107 días de viaje, que han propiciado que cambie mi opinión sobre mi mismo, sobre la importancia de aprovechar cada minuto de nuestras vidas, y sobre el mundo en el que vivimos. La tierra es un lugar maravilloso, repleta de buena gente dispuesta a ayudarte sin pedir nada a cambio, solo hay que salir ahí fuera y descubrirlo. Y no vivir tan contaminados por el bombardeo de malas noticias que nos brindan los medios de comunicación a diario.
La satisfacción de cumplir un sueño, de fijarte un objetivo difícil y acabar consiguiéndolo es enorme, y no hay mayor placer que realizar aquello que te dicen que no serás capaz de conseguir.
"Arriesgate, si sale mal durará solo un momento, si sale bien durará toda la vida"
En fin, que los últimos 4 meses he disfrutado como nunca, y lo mejor no han sido los increíbles paisajes que he visto, como la inmensa estepa kazaja, el desierto en xinjiang, la muralla china o los bosques en Rusia y Ucrania, por citar algunos.
Lo mejor es la gente local de cada lugar, cada persona que paraba delante de mi para ofrecerme agua, comida, o solo para darme ánimos y de paso hacerse un selfie. Y por supuesto la gente que me ha abierto las puertas de sus casas o su ayuda ha sido vital, como Maciek en lublin, vladimir en la granja en ucrania, o el mcgyver ruso que me arregló un radio en mitad de la nada sin tener ni una palabra en común.
"No viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape"
La última semana ha sido muy especial, al salir de Taiyuan me pasó algo inusual, y es que tuve que darme media vuelta y volver sobre mis pasos. Casi siempre sé las carreteras por las que voy a circular, su altura y si tiene pasos por puertos, con los mapas descargados en el oruxmaps me basta para orientarme.
Pero esta vez salí a ciegas, simplemente vi que la carretera más corta era la G307 y por ella me dirijí, el día era frio y amenazaba lluvia. Empecé a subir un puerto, pensando que duraría poco y pronto empezaría la bajada. Pero aquello no paraba de subir, y empezó a llover con fuerza, a pesar de ir con Toda la ropa puesta enseguida me quedé frio, seguía subiendo y el agua dio lugar a un granizo con un fuerte viento, estaba calado y congelado, y no sabía donde estaba el siguiente pueblo, el paisaje era de montaña, estaría a unos 1500 metros de altura. Así que decidí darme la vuelta y volver a Taiyuan directo a un hotel a darme una ducha caliente. Recuerdo la hora que tardé en bajar el puerto como una de las peores que he pasado.
Me costaba mover los dedos de las manos para frenar la bicicleta y se me hizo eterna. Claramente me ha faltado llevarme alguna prenda más de invierno ahora que se me ha echado el mismo encima.
Al día siguiente, aunque parecía que no iba a llover, no quería saber nada del puerto y decidí ir por otra carretera más al sur a pesar de que daba algo más de vuelta, el paso era solo a 1100 metros de altitud y la lluvia no apareció así que pude acampar sin problema. Un día más tarde como a 50 kilometros de llegar a shijiazhuang, pinchazo en la rueda delantera en una zona de barro y camiones, me paro a cambiarlo, y mientras lo estoy cambiando aparece un simpático hombrecillo interesado en ver qué estaba haciendo un guiri en una zona como esta, se quedó sorprendido de cómo cambié el pinchazo y me dijo que así con las manos llenas de barro no podía continuar, me invitó a su bar a limpiarme y de paso a invitarme a comer y a tomar cerveza, allí pasé una hora divertida con sus amigos intentando enseñarme algo de chino.
Me ofrecieron quedarme a dormir en el bar y fue un error no aceptar por querer hacer más kilometros, ya que la lluvia esa noche volvía a hacer acto de presencia, y fue toda una odisea encontrar hotel en Luquan, al lado de shijiazhuang, me echaron de los 4 primeros en los que pregunté ya que no aceptaban extranjeros, solo me aceptaban en un 5 estrellas en el que me negué a pagar lo que me pedían, así que totalmente de noche y sin ganas de acampar bajo la lluvia me tocaba hacer 20 kilometros más. Que sensación tan horrible es ser rechazado en un hotel cuando más necesitas una ducha caliente solo por ser extranjero, es algo que solo he visto que pase en China y espero que pronto cambie. Por fin al rato encontré un sitio en el que pude pasar la noche.
Y de allí ya solo me quedaba coger la carretera G107 directa a Pekín, una carretera a ratos en obras, pero casi siempre con un arcén enorme en el que rodar era fácil y agradable.
Ahora sí que sentía la cercanía del objetivo y me pasaba el día con una sonrisa en la cara y cantando encima de la bici.
A unos 100 km de llegar había un puesto de sandías en la carretera, la mujer me pegó un grito indicandome que me acercara y me puso una silla para que me sentara a comer sandía, aparqué la bici en el arcén y así lo hice.
Muchos curiosos paraban con sus coches a hacerle una foto a la bici, y de paso a comprar unas sandías. En cuanto había un coche parado haciendo una foto de la bici o un selfie conmigo el resto de coches curiosos paraban a hacer lo propio, y luego a comprar una sandía. Con este panorama la mujer no paraba de atiborrarme a sandía, yo encantado, hasta que estaba realmente lleno y decidí seguir, me costó convencer a la comerciante para que me dejase continuar ya que le estaba atrayendo clientela.
Al final al irme entre sonrisas me dio una sandía para que la metiese en el carrito que fue el desayuno del día siguiente.
La entrada a Pekín, mucho más fácil de lo que había pensado, estaba algo acojonado por el hecho de entrar en una ciudad de 20 millones de habitantes, pero es que en cada calle hay un carril bici enorme, el carril bici de la calle que lleva a tiananmen debe tener lo menos 5 metros de ancho, espectacular. Las sensaciones eran de felicidad extrema, pero también algo de pena, esto se acababa, casi 4 meses yendo de un lado a otro con la bici llegaban a su fin, y era extraño asimilarlo. Pero como siempre toca quedarse con lo bueno, con el sueño cumplido y con los recuerdos que me perduraran en el tiempo.
Ahora tengo una semana en la que disfrutar con la familia, que ha venido a verme, de Pekín, de la muralla, de la ciudad prohibida, del summer palace, el mercado de la seda, comer algún escorpión en wangfujing, o pasear por houhai entre otras muchas cosas.
Y en breves coger un tren hacia shenzhen para de allí cruzar a Hong Kong donde he quedado con Dani y Luis, a los cuales estoy deseando ver, para ir a recorrer Vietnam y Camboya, cambiando la bici por la mochila.
Pero bueno, eso ya serán otras historias.
Esta es la última entrada del blog, cuando llegue a España tengo pendiente añadir un par de pestañas sobre el material que me he traido y los gastos detallados por países.
Y tengo pendiente contestaros a muchos de los que me habeis escrito, al no ir gmail en China por la censura me es complicado.
Muchas gracias a todos por vuestro apoyo, tan importante durante todo el viaje...
Salud y pedal